Llevo emprendiendo casi toda mi vida, y si tuviera que definir mi perfil de alguna manera, diría que es ése: emprender y asumir riesgos, buscando más la superación del reto y del riesgo, que la obtención de una situación cómoda.
Haciendo una reflexión hacia atrás, y viendo las experiencias vividas desde la distancia, identifico diez cuestiones básicas que quizá puedan servir a alguien que quiere ser emprendedor/a, o que lo es, y que serían las siguientes:
1.- En la mayoría de las ocasiones, es fundamental entender, que el mayor riesgo para tu proyecto, eres tú mismo.
2.- Pregúntate si estás dispuesto a arriesgarlo todo por tu idea, porque la fuerza que emana de ese compromiso es vital para que el proyecto salga adelante.
3.- No te conformes con tu punto de vista sobre el proyecto. Pregunta, pregunta y pregunta, para obtener la mayor cantidad de puntos de vista posibles sobre el mismo. Lo harás mucho más fuerte, y tendrás una buena idea de cómo lo puede recibir el mercado.
4.- Reflexiona mucho, y largamente, sobre si tienes necesidad o no, de tener socios. Esto pasa por identificar el para qué necesitas el socio, o la socia, e identificar si aquello para lo que lo necesitas, lo tienes disponible de otra forma en el mercado. Los socios son otro de los mayores riesgos de un proyecto, sobre todo a corto y medio plazo.
5.- Identifica aquello que no se puede copiar de tu idea. Hoy en día, casi todo es copiable, salvo determinadas cuestiones, que, en general, van asociados a nosotros mismos, y a nuestra forma de entender, comprender, acceder, gestionar y razonar.
6.- No te preocupes por la copia. Aprende a ver cómo aprovechar la copia de tu idea y de tu proyecto para generar ventaja competitiva.
7.- Reflexiona mucho, y también largamente, sobre qué necesidades de verdad tienes en relación con la financiación. ¿Qué quieres financiar exactamente, y para qué?
8.- En el tema de la financiación, identifica las distintas opciones disponibles, y qué te exigen a cambio en cuanto a retorno, plazo, cesión en la capacidad de gestión, y cesión en la capacidad de decisión. Estas dos últimas cuestiones son casi más importantes que las dos primeras, ya que pueden hacer que entre tu proyecto, y la realidad que se cree, haya una distancia infinita.
9.- No te conformes con las opciones disponibles en cuanto a financiación. Reflexiona largamente sobre toda la cadena de valor de tu proyecto, sobre actividades conexas y complementarias que puedan generar caja, identifica grupos de interés que pueden ser favorables para introducir el proyecto a bajo precio, y sobre todo, diseña a partir de todo lo reflexionado tu propio mecanismo de financiación “ad hoc”, ahora hay herramientas y posibilidades para ello.
10.- Una de las mayores dificultades a las que hay que enfrentarse es a la soledad. Las decisiones las tomas tú, en soledad, aunque tengas socios, y aunque tengas colaboradores. Busca mentores, personas que te puedan ayudar a reflexionar sobre tu proyecto, que te muestren caminos y alternativas, que te escuchen. Existen muchas personas con experiencia que pueden ayudarte, y son una de las mejores opciones para lidiar con la soledad.
De todos los puntos mencionados, quisiera hacer un especial hincapié en el primero. Muchas veces nos pasa desapercibido, pero nosotros somos, casi siempre, los mayores riesgos para nuestro propio proyecto.
Nuestro carácter, nuestra formación, nuestras habilidades y nuestra autoimagen, autoestima y seguridad, son fundamentales. Si para un directivo la gestión del ego es obligatoria, para el emprendedor se vuelve absolutamente necesaria. La pregunta fundamental es: ¿quiero que salga adelante el proyecto, aunque sea sin mí? ¿O es el proyecto un vehículo para mi ego?
Que respondamos que sí a la primera pregunta, lo único que indica es que, de verdad, creemos en el proyecto, lo dejaríamos todo por él, y eso indica que estamos en el buen camino, ya que sabremos identificar si nosotros somos un obstáculo para el desarrollo del mismo, o no.
En este punto es fundamental entender que hay una distancia infinita entre nosotros, y nuestro proyecto. Nuestro proyecto tomará personalidad propia, a través de la personalidad jurídica, y desde ese momento, todos nuestros esfuerzos deben estar destinados a respetar, cuidar, poner en valor, y hacer crecer, esa personalidad jurídica. Ese es el compromiso y la responsabilidad que adquiere el emprendedor, y eso es, precisamente, lo que hace que el emprendedor sea, con algunas excepciones, el factor de mayor riesgo para el proyecto.
No somos buenos en todo, ni somos especialistas en todo. Tenemos que tenerlo claro, y tenemos que identificar si lo que estamos haciendo nosotros, hace bien, o no, a esa personalidad jurídica, y caso de no hacerle bien, ser lo suficientemente honestos y buscar otra persona u otra entidad, que sí pueda hacerlo bien. De no hacerlo, el proyecto no saldrá, o saldrá con un mínimo en relación con lo que podría llegar a ser.
¿Estamos todos dispuestos a eso? Ésa es, para mí, la verdadera clave de todo. Si estamos dispuestos, casi todo lo demás, lo podemos conseguir…